sábado, 28 de junio de 2008

IRAK

Los gobiernos del mundo engañan a los refugiados iraquíes y no se ocupan de ellos
La comunidad internacional está eludiendo sus responsabilidades para con los refugiados iraquíes al insistir en presentar una idea falsa de la situación de seguridad en Irak cuando no es seguro ni conveniente regresar allí, ha manifestado hoy, 15 de junio de 2008, Amnistía Internacional.

En un nuevo informe, Retórica y realidad: La crisis de población refugiada iraquí, basado en recientes investigaciones y entrevistas con refugiados iraquíes, la organización afirma que los Estados ricos del mundo no están prestando la asistencia necesaria a los refugiados iraquíes, la mayoría de los cuales están sumidos en la desesperación y viven cada vez más en la miseria.

"Los gobiernos han hecho muy poco o nada para ayudar a los refugiados iraquíes, incumpliendo su deber jurídico y moral de compartir la responsabilidad de ocuparse de ellos –ha señalado Amnistía Internacional-. En vez de hacer algo, la mayoría han respondido con apatía y pura retórica a esta crisis de refugiados, que es una de las peores del mundo.”

Amnistía Internacional ha afirmado que el gobierno de Irak y los Estados participantes en la invasión del país en 2003, en particular Estados Unidos y el Reino Unido, hacen hincapié en la “mejora” de la seguridad y en los retornos “voluntarios” a Irak por conveniencia política, para demostrar que su participación militar ha sido un éxito.

"La retórica no puede ocultar la realidad: la situación de los derechos humanos en general en Irak sigue siendo grave", ha manifestado Amnistía Internacional.

"Todos los meses mueren personas a manos de grupos armados, la Fuerza Multinacional, las fuerzas de seguridad iraquíes y guardias privados que desempeñan funciones militares y de seguridad. Los secuestros, la tortura, los malos tratos y las detenciones arbitrarias son una constante en la vida cotidiana de los iraquíes. La población continúa intentando huir, lo cual resulta ya muy difícil a causa de las restricciones impuestas recientemente a la concesión de visados a los iraquíes en Siria y Jordania.”

Según las últimas estimaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ANCUR), el número de iraquíes que han huido de sus hogares asciende ya a 4,7 millones, la cifra más alta desde la invasión de Irak dirigida por Estados Unidos y el consiguiente conflicto armado interno.
Aunque Siria y Jordania se han hecho cargo de la mayor parte del flujo de refugiados, ahora han recurrido a medidas drásticas, como restringir la entrada y expulsar a personas expuestas a sufrir persecución, debido en parte a la falta de apoyo de la comunidad internacional.

Habiendo agotado ya sus ahorros, muchos iraquíes viven ahora en la más absoluta miseria y corren nuevos riesgos, como la necesidad de emprender el retorno “voluntario” a Irak, y el trabajo infantil: desesperadas, muchas familias se han visto obligadas a poner a sus hijos e hijas menores a trabajar en la calle para sobrevivir.

A algunos refugiados, los obstáculos que encuentran en su país de acogida les obligan a tomar la difícil y peligrosa decisión de regresar a Irak, ya sea temporalmente, para cobrar un subsidio, recoger raciones de alimentos u otro motivo similar, o de manera más permanente, debido a su desesperada situación, pero no lo hacen porque crean que no corren ya ningún riesgo de sufrir abusos contra los derechos humanos en Irak.

Toman esta decisión porque ven que no tienen más remedio.
Majid, militar chií retirado, de 62 años, viudo y con seis hijos adultos, todos los cuales vivían en Bagdad, contó a Amnistía Internacional en febrero que tras haber intentado encontrar protección en Siria, con sólo 50 liras (un dólar estadounidense) ya en el bolsillo, tenía que regresar a Irak. Aunque tenía mucho miedo, había perdido la esperanza, y decía: “Si muero, pues muero”. Majid había huido de Irak en febrero de 2008, tras la muerte de dos de su nietos, Mansour y Sami, de 17 y 19 años, a quienes miembros de un grupo armado habían decapitado al norte de Bagdad. Había agotado sus ahorros en Siria y pronto no le quedaría ya nada. Llorando, explicó a Amnistía Internacional que no tenía más remedio que regresar a Irak.

Muchos países europeos intentan ahora expulsar a los iraquíes, a veces a algunas de las partes más peligrosas de Irak, como las regiones del sur y el centro. Además de tomar medidas directas para obligarlos a regresar, están utilizando métodos indirectos como retirar ayudas y servicios básicos a solicitantes de asilo rechazados para obligarlos a regresar “voluntariamente” a Irak.

Suecia, que es el país de Europa que mayor número de refugiados iraquíes acoge y que en otro tiempo fue ejemplo para los Estados vecinos, ha cambiado ahora de política y está negando protección a la gran mayoría de los iraquíes que la solicitan y devolviendo a algunos a zonas muy peligrosas.

Amnistía Internacional teme que la falta de respuesta a esta crisis empeore una situación que es ya grave. Entre otras cosas, la organización insta a la comunidad internacional a: aumentar de manera urgente y sustancial la asistencia económica y prestarla de manera constante; poner fin a prácticas como la devolución de personas a Irak, que pone aún más en peligro su vida; poner fin a las prácticas que den lugar a retornos “voluntarios” realizados en realidad por obligación; permitir que las personas solicitantes de asilo y refugiadas realicen trabajos remunerados, y ampliar sustancialmente los cupos de reasentamiento para que los refugiados más vulnerables puedan comenzar una nueva vida en un tercer país.

Amnistía Internacional pide también a los gobiernos de Siria, Jordania, Líbano y Egipto, así como a los de otros países de la región, que permitan el acceso sin restricciones a quienes huyan de Irak, pongan fin a las expulsiones a Irak y permitan a los refugiados el acceso al mercado de trabajo.

"La comunidad internacional debe asumir realmente el compromiso de ayudar a la población desplazada, aumentando sustancialmente la asistencia económica y prestándola de manera constante, poniendo fin a las devoluciones y a las prácticas que den lugar a retornos “voluntarios” realizados en realidad por obligación y ofreciendo más plazas de reasentamiento”, ha manifestado Amnistía Internacional.

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